La sociedad de la que todos somos participes podemos considerarla como la “sociedad de la información”. Se trata una sociedad que tiene los siguientes rasgos: exuberancia, velocidad, omnipresencia, irradiación, multilateralidad-centralidad, interactividad-unilateralidad, desigualdad, heterogeneidad, desorientación y ciudadanía pasiva. Esta sociedad de la información da lugar a una sociedad en red que puede considerarse como una estructura abierta que permite la inclusión de nuevos nodos.
Además esta sociedad en red origina comunicación y poder por la multidirección de relaciones que en ella se dan y brinda autocomunicación y autoinformación.
Todo esto se da en un contexto de globalización, que puede ser definido como un proceso objetivo (no ideológico), multidimensional (sólo no económico) en el que se da una interdependencia global de los mercados financieros. Este proceso es favorecido por las tecnologías de la información y la comunicación. Así mismo, la globalización modifica las fronteras culturales y mediáticas, generando nuevos centros y periferias que comparten información y conocimiento a través de Internet, dando lugar a una aldea virtual. Pero ese conocimiento que se comparte debe ser guiado por los maestros, mediante el uso de la tecnología de manera crítica y reflexiva, evitando así llegar a una sociedad con individuos ignorantes.
La globalización además hace surgir un movimiento de antiglobalización, impulsado por distintos movimientos que pretenden un mejor reparto de la riqueza, que proponen minimizar el desarrollo tecnológico en busca de mayor atención a la salud y que rechazan la exclusión social. Estos movimientos apuntan a la toma de decisiones representativas con respecto a la globalización.